domingo, 3 de octubre de 2010

La Negra por Mercedes

Innumerables notas se pueden escribir sobre La Negra Sosa pero quien mejor que ella misma para narrar en primera persona las anécdotas de su vida, su inicio en Tucumán y su carrera.




Distintos nombres, la misma artista
Mi mamá dice que mi papá se olvidó mi nombre adrede cuando me fue a inscribir al Registro Civil. Y me puso Haydeé Mercedes en vez de Marta Mercedes. Mi mamá quería que de primer nombre yo me llamara Marta. Así, sin hache. Claro, en mi casa mandaba mi papá, pero como es lógico siempre se terminaba haciendo lo que quería mi mamá. Y entonces todos desde que me recuerdo me vienen llamando Marta. Soy la Marta y me gusta mucho más ser la Marta que Mercedes Sosa. Esto nadie lo cree, pero es así... Al final, puertas adentro las cosas son como las madres quieren y puertas afuera son como la gente manda. En mi casa definitivamente soy la Marta. Para la gente definitivamente soy la Negra.

                                              

El primer paso
Yo andaba por mis 15 años. Mi papá y mi mamá, que eran muy peronistas, aprovecharon un tren gratis a Buenos Aires para celebrar el 17 de Octubre. Yo quedé cuidada por mis hermanos, más suelta… En la escuela faltó la profesora de canto y la directora me dijo que íbamos a cantar el Himno Nacional y que yo tenía que ponerme adelante y cantar bien fuerte, para que todos me siguieran. Sentí vergüenza, pero canté: ahí debuté. Ese día también faltó la profesora de labores y con mis compañeras fuimos a una radio local, donde había un concurso. Mis compañeras me empujaron para que cantara. Por temor a que se enterara mi papá me llamé Gladys Osorio. Canté Triste estoy, de Margarita Palacios. Cuando terminé, el dueño de la radio me dijo: «El concurso concluyó y lo ganaste vos». Y seguí cantando en la radio. Hasta que un día mi papá me descubre y me llama y me dice palabras que escucho ahora: «¿Le parece bonito eso de andar metiéndose en la radio? ¿Eso es lo que hace una señorita criada para ser decente? Gladys Osorio, venga, acérquese… ¿Tengo que felicitarla? Míreme a los ojos. Que me mire a los ojos le digo».



Su exilio
Me acompañó mucho la gente de Brasil. Ese es un país que me apoyó muchísimo cuando en la Argentina estaba prohibida. Una vez hice una gira de 80 fechas y poco después una de 60. Chico Buarque, Caetano Veloso, Milton Nascimento fueron los amigos que me ayudaron, por eso tengo un gran afecto por Brasil. En la segunda quincena de febrero voy a hacer unos recitales con María Rita, la hija de Elis Regina. Estaremos en San Pablo, Curitiba y Puerto Alegre. En Marzo vamos a estar en Buenos Aires.



Su liberación mental
En el ’81 fui a ver Submarino amarillo en España, y me admiré y me dio vergüenza de mí misma, por haber tenido el prejuicio de no verla cuando se estrenó. De la misma manera yo no había escuchado a Charly García ni a Nito Mestre. Indudablemente a ellos les debe haber pasado lo mismo con nosotros. El ser humano está lleno de prejuicios y preconceptos, y la falta de libertad no sólo se siente en la libertad colectiva, sino en la libertad mental de cada persona.



Sus amigos
 Mire qué casualidad -recuerda-, a Víctor (Heredia) lo conocí en Cosquín, cuando él tenía 17 años. Después, cuando estaba haciendo el servicio militar, lo sabíamos llevar con Pocho, mi marido, en las giras que hacíamos por Córdoba. Y ahora vamos a estar juntos en el festival de Cosquín.

(A León Gieco) Lo conocí en el ´82, cuando volví para hacer los recitales del teatro Ópera. La primera vez que lo escuché yo estaba grabando con Castiñeira de Dios en París y mi hijo Fabián me había mandado un casete con temas suyos, que no pude incluir en el disco porque ya estaba casi listo. Hasta que me fui al exterior no lo había escuchado cantar, además porque él estaba más cerca del rock. Después pude cantar Solo le pido a Dios con él. Ahí nos hicimos muy amigos.




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